La mejor inversión pública para el futuro

“La inversión productiva en infraestructuras no debe considerarse en absoluto parte del gasto público, ya que revierte beneficios sociales a corto, medio y largo plazo”. “Las infraestructuras generan un retorno fiscal a la sociedad, vía impuestos, superior al 60 por ciento de su coste”.”La actividad económica se fortalece generando nuevos puestos de trabajo directos e indirectos, gracias a la inversión en infraestructuras”, etc…

Se trata de huir del momento concreto, de las dificultades actuales, donde ajustamos nuestros gastos corrientes a los ingresos de la época eliminado la partida de inversiones en infraestructuras, alzando la mirada para inventariar y buscar nuevas soluciones, afrontando los problemas con la serenidad que da la perspectiva a medio plazo y un nuevo Horizonte 2020. Le tocó en su momento al sector de las nuevas tecnologías, a la industria y al turismo, estando aun pendientes de revisión otros sectores fundamentales en nuestro tejido empresarial: servicios, logística y transporte, promoción y construcción, etc. Planificar, para que a modo de conclusiones podamos sugerir los cambios de tendencia en nuestro modelo productivo provincial.

¿Por qué hablar de infraestructuras en estos momentos de crisis y de escasez de recursos públicos? Porque a más infraestructuras, más democracia. Son las que permiten el transporte de mercancías y viajeros, la conexión y vertebración de territorios evitando el aislamiento, las que permiten a los ciudadanos gozar de instalaciones educativas, sanitarias y asistenciales adecuadas, las que garantizan la cohesión social, las que impulsan La actividad económica y los sectores productivos, etc. Las infraestructuras son la autentica y palpable realidad de la convivencia democrática.

No obstante, nos encontramos en una coyuntura socioeconómica difícil, en un autentico final de ciclo preocupante que debe hacernos reflexionar: Para corregir su enorme y ancestral déficit inversor, la provincia de Huelva necesitaría materializar los grandes proyectos pendientes tales como el desdoble de la N435, la llegada del AVE, el Aeropuerto y muchos otros que si se hubiesen ejecutado escalonadamente nos hubieran colocado en una situación mucho más competitiva que la actual. Sin embargo, las inversiones han disminuido notablemente con la crisis.

El futuro queda huérfano de nuevas inversiones y otras, como las nombradas anteriormente y otras tantas como la Presa de Alcolea, el desdoble de la Carretera Almonte-Matalascañas, los accesos a la costa desde la A49 y muchas otras que constantemente hemos ido demandando.

Una provincia de recursos como Huelva necesita proyectos que aseguren su actividad, crecimiento y empleo, a la vez que requiere estar en primera línea en instalaciones y servicios. Es preciso que las administraciones públicas trabajen de manera coordinada y aparquen sus diferencias. El permanente estado electoral en nuestro país favorece la crispación y el enfrentamiento político, frenando proyectos e inversiones que en otro contexto alcanzarían el éxito.

También, el obsesivo afán regulatorio público ha dilatado hasta el extremo la planificación urbanística, con complejas disposiciones normativas que entorpecen el buen desarrollo de las inversiones. Dígase de la inacabable tramitación de los Planes Generales de Ordenación Urbana, de los Planes de Ordenación del Territorio. etc. Debemos diseñar el porvenir en estos momentos de estrechez, con un autentico banco de proyectos consensuados por los agentes económicos y sociales, por las distintas administraciones públicas y por la sociedad civil. Buscando la anhelada, necesaria y fructífera colaboración publico-privada.

En suma, las infraestructuras son un autentico medio de transferencia de rentas, la mejor inversión social posible, generadoras de empleo futuro. Son nuestro futuro, el de las administraciones, las empresas y los ciudadanos.

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