Durante estos tres días de debate, ha quedado claramente de manifiesto que estamos en una época revolucionaria en la que el sistema social que conocemos se está desequilibrando y nos lleva hacia un cambio radical en las instituciones que permita volver a reorganizarlo, y revisar incluso el concepto clásico de frontera, para asumir que vivimos los efectos de un mundo globalizado.
Estamos en la “era mundial-informacional”. El lema de nuestra época es “piensa globalmente, decide localmente” y ahora, nuestra principal preocupación como sociedad es cubrir nuestra necesidad de información, como principal motor y producto económico de una era en la que el concepto de la empresa será totalmente diferente… las empresas serán cada vez más pequeñas y con menor número de trabajadores, que funcionarán en red.
Las nuevas tecnologías de la comunicación están transformando nuestras economías, nuestros modos de aprender, nuestros métodos de trabajo, nuestra capacidad de modificar el entorno y nuestros deberes y placeres cotidianos, abriendo nuevos frentes para la organización del trabajo y la forma de conseguir la conciliación entre la vida laboral y la profesional, pero también han supuesto un punto de inflexión en el acceso de la mujer a los procesos de adopción de decisiones en todos los niveles y para lograr su plena participación en igualdad de condiciones con el hombre. Esto se pone de manifiesto en sectores como el de la comunicación, donde el liderazgo de la mujer es escaso aunque aparentemente reina la igualdad, pero en el puesto de mando casi nunca se sienta una mujer.
La capacidad de la sociedad para interpretar los flujos de información y establecer estrategias de cooperación empresarial basados en la tecnología, determina su grado de desarrollo y dependencia energética, reduce el impacto ambiental, propicia la conciliación de la vida familiar y facilita el acceso de la mujer a los medios de producción y los puestos de dirección empresariales.
La tecnología es clave como herramienta de cooperación empresarial y su repercusión sobre la globalización, debe valorarse dentro del contexto socioeconómico, político y geográfico en el que tiene lugar la producción y difusión de innovación, siendo conscientes de la alta movilidad laboral y geográfica que rigen la sociedad globalizada y esta nueva era.
La formación y cooperación empresarial son imprescindibles para conseguir los objetivos que este tiempo nos exige, en la que es fundamental la transferencia de tecnología y la formación práctica de los técnicos competentes con especialidad en cuestiones como la Eficiencia Energética como apuesta segura de futuro en un mundo cada vez más preocupado por la racionalización de recursos haciendo compatible el desarrollo con la conservación y protección del medio ambiente.
Estamos ante un cambio de ciclo. El nuevo que se abre debe profundizar en la igualdad de oportunidades. Las pequeñas empresas son la principal fuente de empleos.
El perfil de la mujer empresaria en América Latina y España tiene muchas similitudes. La mayoría opta por una franquicia para montar sus negocios porque facilita la adhesión, ofrece un negocio ya estructurado y amortigua el riesgo, ofreciendo el aval de marcas conocidas por los consumidores.
La mujer tiene necesidad de oportunidades, y por eso emprende. Está dispuesta a aceptar los cambios en la vida personal, tiene poder de negociación y asume la responsabilidad de su vida personal y profesional.
Es evidente que en los últimos años, ha aumentado la preocupación social y empresarial por conseguir equilibrar la vida laboral y personal, pero también es una realidad que la mujer suele anteponer la conciliación de la vida familiar y laboral a su carrera profesional, por lo que se merma su acceso a puestos directivos, y a los medios de producción y recursos naturales. Sin conciliación es muy difícil llevar adelante las empresas. Hay que hacer compatibles la vida laboral, familiar y personal.
Por eso se hace necesario seguir impulsándola con medidas que ayuden a implantar y normalizar la conciliación y fomentar el empleo femenino, adaptándose a las necesidades de cada empresa teniendo en cuenta su cultura de trabajo y las características de su sector y plantilla, tal y como se pone de manifiesto en iniciativas como el Proyecto RECONCILIA, que es una oportunidad de crecimiento empresarial.
La conciliación debe ser una realidad y no algo exclusivo de la mujer y ha de contar con más apoyo institucional con recursos e infraestructuras que la favorezcan.
A pesar de la crisis somos optimistas, hay sensación de avance y la situación actual no debe hacernos retroceder en busca de la conciliación, horarios y flexibilidad laboral. La crisis debe ser una oportunidad para la innovación en las empresas, que permita su modernización, y las nuevas tecnologías son un medio eficaz para lograrlo.
La evolución social y tecnológica -vinculada a las redes sociales y la experimentación de las nuevas herramientas digitales- han impulsado la transformación de los modelos económicos y urbanísticos de la sociedad contemporánea. El empleo de la tecnología y plataformas de cooperación empresarial son mecanismos importantes de empoderamiento de la mujer y de reducción de la huella ecológica, y el equilibrio entre vida laboral y familiar, entre ciudad global y modelo territorial, marcará las pautas de la sostenibilidad.
En estos tiempos de cambio y de desaceleración económica mundial, ningún sector está exento de retos y la industria turística, uno de los motores de nuestra economía también ha de asumir desafíos estratégicos.
Para ello, el «Gestor de innovación» es uno de los perfiles profesionales emergentes en el sector turístico. Los nuevos clientes responden a los patrones que imponen como el envejecimiento de la población, los cambios en la estructura de la familia, y los viajeros solitarios. Ahora no hay dos clientes iguales y es claro el declive del turismo de masas.
Para innovar hay que cambiar los procesos, la estructura, e incluso el modelo de negocio, y con el auge de las nuevas tecnologías, el denominado “turismo P2P” se impone. Viajeros expertos se convierten en miniemprendedores y venden a otros particulares sus servicios como organizadores de viajes porque es un hecho la crisis del marketing y de la publicidad tradicional. Estamos en la era de la recomendación e internet es la herramienta que se impone para la gestión.
Necesitamos una base sólida para consolidar un buen nivel de importaciones/exportaciones. La exportación es fundamental para salir de la crisis actual, pero hay que exigir que todos los países cumplan las mismas normas de juego para el comercio internacional.
Nos hallamos ante una autentica metamorfosis social y cultural. Una nueva era. Y es preciso que poco a poco vayan encajando las estructuras y se ajusten los nuevos patrones. La crisis que atraviesan sectores como el periodismo está conduciendo al autoempleo y a potenciar el modelo emprendedor en el sector de la comunicación. Y en ese campo la mujer abrió brecha hace años, con capacidad de riesgo y aporte de imaginación.
No es necesario que hombres o mujeres renunciemos a la vida personal para “triunfar” en la vida profesional. No es conveniente renunciar a ella, y esta debe ser la gran aportación femenina al trabajo profesional que requiere una entrega vocacional, pero no su anulación personal.
La conciliación es compatible con una vocacional y desarrollo profesional pleno y el reto de futuro pasaría no tanto por romper moldes culturales, como por adaptar la sociedad, las claves del ejercicio profesional a la sensibilidad femenina.
Hay que fomentar una imagen equilibrada y no estereotipada de la mujer y, aunque se han roto barreras, aún hay que superar el techo invisible que tenemos las mujeres para acceder a los cargos de responsabilidad.
La participación equitativa de la mujer en los órganos de dirección de las empresas y el que los medios de comunicación ofrezcan una imagen femenina adecuada y digna forma parte de la ética imprescindible en esta Sociedad de la Información del siglo XXI.
Huelva, 20 de octubre de 2012
