El Consejo Europeo mantiene la buena dirección

El Consejo Europeo, es decir, la reunión de presidentes y jefes de gobierno de los países miembro de la UE, reunido recientemente, en lo que se ha dado en llamar Consejo de Primavera, ha confirmado las estrategias para la zona euro puesta en marcha en la reunión del mes de enero y que en estas mismas líneas valoramos positivamente al incluir en los objetivos, no sólo la lucha contra el déficit público, sino también la necesidad de propiciar la recuperación y el crecimiento económico.

El Consejo de Primavera ha mantenido este propósito declarando como objetivos para los próximos meses de la zona euro los siguientes:

Proseguir con una política de “saneamiento presupuestario diferenciado, favorecedor del crecimiento económico”, lo que se interpreta como establecer compromisos distintos para los países afectados por la crisis, en función de los objetivos nacionales de déficit, sin que esta política ponga en peligro innecesariamente la recuperación económica. Este es el sentido con el que tenemos que recibir la decisión de permitir a España que su déficit en 2012 no sea del 4,4% del PIB, sino del 5,3%

En segundo lugar, se ha abogado por la “necesidad de restaurar la normalidad en el crédito de las economías de los países miembros”. En este sentido, tenemos que recordar las importantes subastas de dinero que el Banco Central Europeo ha puesto en marcha para la financiación de los bancos europeos, así como que este dinero, al menos por lo que se refiere a España, no ha tenido una traslación inmediata al crédito a las familias y empresas, motivado fundamentalmente por la necesidad de financiación de la importante deuda pública acumulada por las administraciones, razón por la cual venimos defendiendo la necesidad de la reducción del déficit público de las mismas, ya que cuanto más dinero precisen éstas, menos dinero habrá disponible para el sector privado, como estamos viendo.

“Promover el crecimiento económico y la competitividad de las economías y las empresas”, es la tercera gran apuesta Europea. Si nuestras empresas no son competitivas no sólo no podremos ganar cotas en el mercado internacional, sino que veremos como los productos de empresas extranjeras se introducen en España, lo que conllevará inevitablemente la destrucción de empleo en nuestro país.

En este sentido, medidas como la reforma laboral, aportan mecanismos indispensables para que las empresas puedan ajustar sus recursos humanos y sus costes, con la inmediatez que hoy las fluctuaciones del mercado están imponiendo al conjunto de las economías y empresas del mundo.

Lógicamente la competitividad no sólo vendrá de la mano de la reforma laboral, sino también de la implicación de la Universidad y de la investigación, por lo que los recortes de las administraciones han de hacerse necesariamente en el gasto corriente improductivo y afectar lo menos posible a las partidas dirigidas a inversiones públicas en infraestructuras y a I+D+i.

Como una consecuencia de los principios anteriormente enumerados, el Consejo de Primavera se fija como otra de las metas “atajar el desempleo y las consecuencias globales de la crisis”. El desempleo, amén del drama personal de quienes lo padecen, es un gran problema colectivo por cuanto que disminuye el consumo, produce incremento de gastos derivados de las prestaciones a los desempleados y reduce las cotizaciones a la Seguridad Social, lo que a su vez pone en peligro el sistema y el estado del bienestar.

El desempleo sólo se atajará desde la vertiente de crecimiento económico, el cual viene ineludiblemente de la mano de la actividad empresarial, del incremento de las actividades de las empresas y de la aparición de otras nuevas, en definitiva de la existencia de un entorno de confianza que se ha de generar a raíz de las políticas de los gobiernos y donde lo más alejado a ese clima es la convocatoria de huelga general y la contestación callejera que desde las organizaciones sindicales se plantea a las políticas de un Gobierno que acaba de obtener un refrendo mayoritario en las urnas.

Por último, el Consejo de Primavera aboga por “la modernización de las administraciones públicas”, objetivo largamente anunciado por nuestros responsables públicos de todos los niveles y de todas las ideologías, pero sin ser una realidad, y por lo que se refiere a España complicado a raiz de la capacidad legislativa de las distintas Comunidades Autónomas, que llegan a legislar de forma distinta en según qué territorio, cuestión a lo que tenemos que añadir el hecho de que la descentralización administrativa que se tenía que haber producido como consecuencia del mismo no se ha resuelto, encontrándonos con hasta cinco niveles administrativos –Administración Central, Autonómica, Diputaciones Provinciales, Mancomunidades y Ayuntamientos- que terminan en muchos casos creando cierta maraña en la tramitación de proyectos y expedientes.

En resumen, el Consejo de Primavera apunta en una buena dirección, sólo falta que los hechos confirmen la voluntad expresada por la Cumbre de presidentes y jefes de gobierno de los países que integran la Unión Europea.

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