El crédito que necesitan las pymes

 Antonio Ponce Fernández. Presidente FOE

La decisión del Banco Central Europeo (BCE) de reducir al 0,5% su tipo de interés oficial ha sido valorada ingenua o confusamente por algunos como una buena noticia, que no es el caso de las organizaciones empresariales, como la FOE, donde se ha acogido con recelo la medida como a continuación voy a tener la oportunidad de explicar a los lectores de Huelva Información.

 La rebaja de este cuarto de punto, que hay que tener en cuenta, en primer lugar, tardará en aplicarse un año y no ha venido, en segundo lugar, acompañada de las medidas necesarias para favorecer el acceso al crédito por parte de las pymes y consumidores, lo que provocara la total ineficacia de esa bajada en abaratar los tipos que ofrecen los bancos a sus clientes, así como para que fluya de nuevo el crédito.

 Sin lugar a dudas, esta situación no va a cambiar, ya que con el anterior precio del dinero situado en el 0,75%, los empresarios estaban pagando un tipo de interés superior al 6%, con lo cual no hay correlación practica entre uno y otro. Al mismo tiempo y con este mismo tipo, en países como Austria o Bélgica las pymes están pagando por sus créditos alrededor del 2%.

 Así las cosas, las instituciones europeas son cómplices de las dos ‘Europas’ que empiezan a surgir: la que hace aflorar créditos apropiados a las pymes y la que lo hace en condiciones desorbitadas.

 Para evitar este escenario, es imprescindible que baje el precio del dinero a las empresas y fluya el crédito, con iniciativas tales como aumentar la circulación de papel moneda, el adelgazamiento de la Administración Pública para que no absorba todo el crédito bancario disponible, la bajada de impuestos, hacer realidad la Unión Bancaria Europea y la consolidación fiscal.

 Los empresarios, a través de sus organizaciones representativas, que somos al fin y a la postre los que conocemos realmente sus necesidades, desde el inicio de la crisis venimos reclamando -como un doctor haría con su enfermo- hacer fluir el crédito hacia las pymes y familias como remedio al mal que nos aqueja.

 Afortunadamente, hace unos días, con motivo de la visita del primer ministro portugués a España, Pedro Passos Coelho, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, coincidiendo con nuestros planteamientos, alzaba la voz a Europa, exigiendo financiación para empresas y los ciudadanos a fin de reactivar la economía. Parece, al fin, que el tiempo nos da la razón y es que no hay otra realidad que la que día a día vivimos: la asfixia crediticia ha acabado con miles de empresas y ha impedido la aparición de nuevos negocios.

 La filosofía que ha guiado a la FOE desde que advertimos los primeros atisbos de dificultades económicas es simple: sólo con políticas de ajuste no se va a  conseguir, a corto ni medio plazo, salir de la crisis económica, en tanto no se apliquen políticas de estímulo que propicien el crecimiento económico.

 Los empresarios estamos haciendo un gigantesco esfuerzo en estos tiempos por crear, mantener, consolidar e incrementar proyectos e iniciativas que son, en algunos casos, empresas en ciernes, y, en otros muchos, negocios ya en marcha.

 Para seguir en este camino tres son, a juicio de la FOE, la grandes líneas maestras en las que se debe sustentar las medidas tendentes a la reactivación de la economía: invertir en obra pública, mejorar la financiación y rebajar la carga impositiva de las pymes.

 A nadie escapa que la inversión publica en infraestructuras es una herramienta eficaz para combatir la situación económica en la que nos encontramos, al generar actividad y empleo en otras actividades afines. Basta un solo dato para apreciar su alcance: por cada millón de euros desembolsados en infraestructuras, la Administración recupera 570.000 y por cada millón que se recorta, 18 puestos de trabajo que se pierden.

 En este sentido, hay que recordar que, en estos días atrás, desde la Confederación Nacional de la Construcción (CNEC) y la CEOE se ha reclamado al Gobierno una inversión de choque en obra pública de 9.000 millones de euros entre 2013 y 2015, lo que, según sus cálculos, permitiría generar unos 240.000 empleos, entre directos e indirectos.

 No descubro nada nuevo al afirmar que este política de inversiones permitiría además a nuestra provincia salir de su secular retraso y avanzar en  infraestructuras que actualmente son inaplazables para neustro desarrollo socioeconómico.

 Como ya he avanzado al principio de este artículo, mejorar la financiación a nuestras pymes es la piedra angular que puede venir a favorecer el dinamismo empresarial. Una financiación que estos momentos está siendo estrangulada por los siguientes motivos: el acaparamiento del crédito bancario que están realizando las Administraciones públicas; la morosidad de esas mismas Administraciones para con las empresas y la  política del Banco Central Europeo y del Banco de España de controlar la morosidad de la propia Banca privada.

 Inyectar liquidez al sistema por parte del Banco Central Europeo, como se está haciendo en EEUU y Japón, de forma que el Estado se financie sin necesidad de acudir a la banca; reducir los gastos corrientes improductivos del Estado, ya que así se disminuiría el déficit público y, por tanto, se evitaría acudir a la financiación bancaria; y, por último, hacer cumplir la Ley de Morosidad a las Administraciones públicas y del compromiso de que el IVA se pague en el momento en que se cobre, aplicando criterios de caja son nuestras mejores propuestas para solucionar la ‘sequía crediticia’ que padecen nuestras pymes.

 Todas estas circunstancias, unida  a la cada vez mayor presión fiscal que sufren nuestras empresas que lejos de requerir nuevas subidas de impuestos precisan rebajar sus cotizaciones a la Seguridad Social y al Impuesto de Sociedades, en un 5 % para ambas, me obligan a afirmar que en general, en nuestro país, no se presta la atención que merecen  sus pymes que representan un 99% de su tejido productivo y generan casi el 80% del empleo.

 Los empresarios y sus empresas, no somos necesarios, somos imprescindibles para encontrar salida a las dificultades y nada mejor que la voz de la experiencia para saber dónde encontrar las soluciones.  

 

 

 

 

 

 

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