Emprender o no emprender, esa es la cuestión

En una situación económica como la actual, la decisión de crear una empresa se antoja más difícil y arriesgada que nunca.

Así, por regla general, la otra alternativa a constituir la empresa de nuestros sueños, que no es otra que relegar al ostracismo la idea de negocio que creemos tendría buena acogida en el mercado, gana peso y se impone.

El panorama de desconfianza general, el incesante aumento del desempleo, la preocupación por la situación económica, la ausencia de financiación ajena y las excesivas cargas administrativas componen un macroentorno que no auspicia a quienes pretenden crear una empresa y generar riqueza y empleo.

De mantener esta mentalidad, y con un escenario tan hostil al emprendimiento como el presente, no se constituirán tantos negocios como se debiera, no se alquilarán los innumerables locales comerciales vacíos que predominan en nuestras calles, no se empleará a quienes forman parte de esa interminable lista del paro y no se generará valor añadido.

Tampoco debemos olvidarnos de las administraciones, responsables directas del exceso de cargas burocráticas, que no ingresarán en concepto Seguridad Social, IVA, IRPF o Impuesto de Sociedades, la recaudación imprescindible para mantener lo que venimos llamando “estado del bienestar”.

Sin embargo, debemos tener en consideración la conocida teoría de las Ciencias Económicas que establece que para obtener una rentabilidad alta es preciso adoptar decisiones que impliquen un riesgo elevado. Dicho de otra forma, sólo resultan vencedores quienes arriesgan.

La estrecha relación entre posible rentabilidad y riesgo asumido es puesta de manifiesto en algunas lenguas, en las que la palabra “crisis” contiene acepciones como “oportunidad”. Es imprescindible conocer a nuestra enemiga “crisis”, aprendiendo de los errores pasados, detectando las necesidades no cubiertas de empresarios y consumidores finales y confeccionando una planificación estratégica que permita posicionarnos de manera ventajosa para cuando nuestra economía vuelva a la senda del crecimiento.

Es la mejor forma de afrontar la precaria situación que nos azota, considerando que las eras de crecimientos y crisis en economía son cíclicas, que para ganar hay arriesgar, y que la alternativa del desempleo no es mejor a la de asumir riesgos para evitarlo.

¿Pero cuál es el perfil del emprendedor? ¿El emprendedor nace o se hace?. Cuestiones complejas. Es imprescindible ser visionario, innovador, tremendamente observador y tener una idea de negocio que se adapte a la situación actual y futura. Por otra parte, sería valorable tener experiencia empresarial, propia o de familiares cercanos, que evite la adopción de medidas erróneas típicas, como ratios negativos de liquidez y de fondo de maniobra o excesivos periodos medios de maduración.

Podrás considerar que ya no quedan ideas de negocio y que todo está inventando, pero créeme que no es así. Será muy complejo crear necesidades, ya que en la pirámide de Maslow parece no haber cabida para otras nuevas, pero sí podemos detectarlas. Tampoco existe coto a que como consecuencia de las necesidades detectadas estimulemos los deseos de empresarios y consumidores, para ser traducidos en la demanda de nuestros bienes o servicios.

Detrás de cada costumbre, hábito, tendencia o novedad normativa hay un cúmulo de oportunidades a la espera de convertirse en ideas de negocio que fructifiquen en el emprendimiento que nuestra sociedad necesita para combatir la crisis.

Si te identificas con estos rasgos, y tienes una idea de negocio, quizá tú seas uno de esos emprendedores que arriesguen hoy y se conviertan en los empresarios triunfadores del futuro, que contribuyan a la generación de riqueza y empleo y a la recuperación económica de nuestro país.

 

Luis M. Salas García-Neble
Área de Servicios Avanzados
F.O.E.

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